El Estadio Santiago Bernabéu presenció de nuevo una de esas noches mágicas que llevaron al equipo a conseguir una importantísima victoria an...
El Estadio Santiago Bernabéu presenció de nuevo una de esas noches mágicas que llevaron al equipo a conseguir una importantísima victoria ante el Sevilla, logrando así auparse a la segunda posición de la tabla. A pesar de que los visitantes empezaron con mucha fuerza ofensiva, los madridistas no se dejaron amedrentar y cortaron todas la internadas sevillistas. Así, y poco a poco, los blancos fueron adueñándose del partido y creando las primeras claras ocasiones de gol magníficamente guiadas por David Beckham. El dominio madridista se hacía cada vez más claro y la afición se entusiasmaba con el juego de su equipo. Fue entonces cuando llegó un tremendo jarro de agua fría en forma de gol. Maresma enganchaba un balón cedido por Kanouté de cabeza y conseguía un espectacular golazo de volea en el minuto 42. El estadio enmudecía ante tan inesperado contratiempo. La ilusión empezaba a decaer y los temores ante una posible derrota invadían las mentes de todos los aficionados. Dichos temores aumentaron cuando, al comienzo de la segunda parte, el árbitro decidía no pitar un claro penalti sobre Sergio Ramos quien intentaba cabecear de nuevo un excelente pase de Beckham. La situación empeoraba por momentos, parecía que el Madrid no era capaz de marcar, algo fallaba en los últimos pases y la remontada parecía más que lejana. Pero en el minuto 57 se produjo "la jugada" clave del partido:. Fabio Capello realizó dos cambios que marcarían el devenir del partido. El italiano por fin se atrevió a sacar del terreno de juego a su gran amigo Raúl y poner en su lugar a un Guti que tiró del equipo hasta final. El segundo cambio también fue muy acertado, Torres dejaba su puesto a Helguera quien aseguró aún más la defensa blanca y dejó el lateral derecho a Sergio Ramos, creando así más poder ofensivo desde atrás.
Guti no tardó en comenzar su recital futbolístico, y, después de deshacerse de su defensor, se inventa un preciso pase a Van Nistelrooy que acaba en el gol del empate y en el principio de la remontada blanca. La magia empezaba a bullir en el Bernabéu. El Sevilla no se quedó impasible ante el gol y lo intentó de nuevo creando dos claras ocasiones por medio de Álves que éste no supo aprovechar, primero por un tiro desviado y después por una magnífica parada de Iker Casillas. En el minuto 78, Guti vuelve a crear un pase de la nada. Esta vez sería Robinho el beneficiado de tal obra de arte y logra el tanto que adelantaba al Madrid en el marcador. La euforía invadió cada rincón del Bernabéu y Robinho se unió al público para celebrar el gol, algo que, sumado al hecho de haberse quitado la camiseta nada más marcar, le costaba la expulsión por doble amarilla. Nunca antes había visto una expulsión de este tipo, pero parece que Pérez Burrull lo tenía muy claro. Esperemos que el brasileño aprendiera la lección y en su próximo gol controle un poco más sus emociones. Así entrábamos en unos minutos no aptos para cardiacos. Se producirían dos expulsiones más, una de Aitor Ocio por agresión a Diarra, y otra más a Luis Fabiano que entrenaba en la banda. También decidió mostrar una tarjeta amarilla al sevillista Chevantón y, cómo no, a David Beckham, quien aún debe estar preguntándose por qué se la sacaron de nuevo y por qué los árbitros están compitiendo entre sí para ver quién le saca antes la tarjeta amarilla que le impedirá jugar el próximo partido...
Tras todo este revuelo, Guti inicia la jugada del que sería en tercer tanto madridista realizando un pase a Sergio Ramos quien lleva el balón con su característica fuerza hasta el borde del área y chutando con fuerza para que, de rechace, Van Nistelrooy empujara el balón con la cabeza y lograba su tanto 20 en la liga convirtiéndose así en el pichichi del campeonato. Jornada redonda para el holandés. A falta de cuatro minutos, todo apuntaba a que el marcador no daría más de sí. Pero en un partido tan vibrante y tan espectacular, nada es definitivo y Chevantón logra recortar distancia con un extraordinario lanzamiento de falta y en el que Iker Casillas nada pudo hacer. El Sevilla no dejó de intentar la igualada, pero un Madrid perfectamente asentado y sabiendo llevar las riendas del partido, logró controlar la situación y retener tan vitales puntos.
Esperemos que Capello haya tomado nota de la asombrosa mejoría del equipo tras la marcha de su capitán, Raúl González, que cada vez anda más perdido por el terreno de juego y con su parsimonia no hace más que perjudicar el juego ofensivo del Real Madrid. En cuanto Guti ocupó su lugar, se lograban trenzar mejores jugadas y dar esos pases de gol que parece que Raúl se ha olvidado de crear. Llevar el brazalete de capitán no es sinónimo de titularidad. Capello debería dejar la amistad a un lado y mirar por el bien colectivo. El Raúl de hace diez años que tanto le ayudó en la consecución del campeonato de Liga hace mucho tiempo que se quedó atrás y, por el bien del Real Madrid, es mejor no querer vivir en un pasado que ya no existe...
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