Entrevista a Chendo - Revista Oficial del Real Madrid (1990)
Cuanto más difíciles parecen las cosas, cuanto más cuesta salir adelante, siempre hay alguien que te anima a seguir, te golpea la espalda y te hace continuar en la lucha, así es el caso, cómo no, del capitán del Real Madrid, un hombre que, por encima de todo, es buena persona. Preocupado no sólo de sortear el campo, sino también de cumplir con la obligación de la responsabilidad de representar a sus compañeros, Miguel Porlan «CHENDO» es todoun capitán.
Cuando el avión que nos trae de regreso de Austria, después del partido de Copa de Europa contra el Swaroski Tirol, inicia la maniobra de aproximación, Miguel Porlan se halla envuelto en una durísima partida de tute que dura ya casi 10 minutos porque, para Miguel, todo sucede a una velocidad de vértigo, lo que pasa a cada momento es mucho más importante que lo anterior, que ya es historia. Aunque es un gran conversador (de cosas cortas), está continuamente preocupado por lo que ocurre a su alrededor, parece como si le fascinara conocer a tantísima gente y pararse, aunque sea tres segundos, a comentar algo. Está convencido de que hay tiempo para todo, pero la verdad es que siempre llega tarde a sus citas. Quizá sea Pilar, su mujer, la que más lo sufre, pero está encantada de tener un marido tan dicharachero.
- ¿Cómo comienzas en el fútbol?
- Pues como todos los niños del mundo, a los dos o tres añitos, dándole patadas a todo lo que pillaba. Pero tú le refieres en serio y en serio no he empezado todavía, porque yo siempre me río...
- En ese momento se parte de la risa y clava la mirada en un niño que pasa con una raqueta de tenis, o quizá observa a una anciana que pasea su perro, o tal vez una mosca le pareció interesante, no sé, pero algo le ha vuelto a despistar. Me comenta con todo lujo de detalles el nuevo coche que quiere comprarse, yo le dejo hablar... y en uno de sus nuevos despistes le traigo con un «tú empezaste en el Totana, ¿no?
- Sí, fue curioso porque yo jugaba en el medio campo, era el cerebro del equipo (vuelve a sonreír). Antes, en el colé, ya jugaba, pero de portero, aunque yo creo que no servía pues decían que era demasiado bruto. Yo pienso que soy demasiado acelerado (ahora sonrío yo) como para pasarme el tiempo quieto y tener que reaccionar de pronto; yo soy más de correr de allá para acá y de acá para allá
- Quizá por eso, entre sus apodos, está el de "Pundonor Chendo": nunca nadie vio a un jugador entregarse tanto en un partido como a Miguel Porlan en cada encuentro.
- Sí, pero eso es lógico, yo soy, digamos, un todoterreno, no soy un técnico de esos que con el mínimo esfuerzo consiguen el máximo rendimiento, yo necesito esforzarme mucho y entiendo que si no me entrego por completo estoy demasiado mermado con respecto a mis compañeros, no puedo olvidar que además juego en el mejor equipo del mundo y aquí no hay medianías. Recuerdo que incluso en las primeras pruebas que hice para el Madrid, en Torrevieja y ante Luis Molowny, sentía que podía quedar entre los seleccionados, pero necesitaba estar a tope y me lo tomé muy en serio. Mi padre me decía «Miguel, te estás tomando esto muy a pecho, cuando lo más probable es que te manden para casa y te vas a llevar un duro golpe.» Pero no me importaba; bueno, sí me hubiese importado que no me hubieran seleccionado, pero yo no pensaba en eso. Después de varios días de pruebas Molowny se quedó con cinco o seis muchachos, entre los que estábamos Casimiro y yo, que fuimos en definitiva los que nos quedamos. ¿Tú te acuerdas de Casimiro? (me pregunta inquieto). Francamente, tío. ¡Sí, hombre! (me replica con grandes aspavientos), que jugó en el Castilla. ¡Ah, sí! (contesto, realmente no muy convencido. Y, después de un largo recorrido por las anécdotas del Castilla, le pillo descuidado y le atizo otra pregunta).
- ¿Llegaste a soñar alguna vez cuando eras un Totanero con todo lo que eres hoy?
- Nunca, palabra que si me coge una bruja de esas que echan las cartas y te dice esto, hombre le hubiese dado un beso, pero no me lo habría creído. ¡Cómo podría yo pensar en jugar en el Real Madrid y en la selección, llegar a ser capitán del Real Madrid...! Creo que nadie puede soñar con cosas tan maravillosas. Pienso que he tenido suerte, bueno, yo me la he buscado, pero no puedo quejarme. Hoy el fútbol significa mucho en mi vida, este deporte me ha dado muchas cosas. (Ahora Chendo está concentrado en lo que habla, parece mentira, pero sólo está pensando en lo que habla.)
- ¿Cuál es tu mejor recuerdo?
- En un mundo tan trepidante como es éste del fútbol, el mejor recuerdo es siempre la última victoria, pero claro, siempre hay algo especial. Para mí, el primer título de Liga que ganamos en el Madrid y el primer tílulo europeo, que fue una Copa de la UEFA, son sensaciones de esas que te duran toda la vida, sientes una alegría enorme y tienes la sensación de haber cumplido con éxito tu trabajo. Esto a nivel deportivo, en lo personal, el día que nació mi hijo fui el hombre más feliz de la tierra.
- ¿Y tus recuerdos más tristes?
- En lo personal no lo voy a decir porque es algo muy íntimo y muy particular; en lo deportivo, el día o, mejor dicho, la noche en que nos eliminó el P.S.V. Eindhoven de la Copa de Europa. Yo me sentía campeón, bueno yo y todos. Estábamos realizando una campaña cojo..., fenomenal y, de pronto, un despiste, y zas. Esa es la grandeza de la Copa de Europa; en la Liga los errores los puedes arreglar, en la Copa, no. Por favor, pon eso de la Liga, porque ahora parece que ya hubiéramos perdido la oportunidad de ser campeones por sexta vez consecutiva, y nada de eso, estamos en plena campaña.
Hay que considerar que el Barça ha salido muy fuerte, pero ya empieza a aflojar, nosotros tenemos que acoplar gente nueva y eso lleva su tiempo, pero poco a poco vamos a más. Yo apuesto por nosotros como campeones, sin duda.
- ¿A pesar de esas tan cacareadas crisis? (Vuelve la chispa a los ojos de Miguel, algo va a contar.)
- ¿Crisis?, crisis hay en el Golfo Pérsico, esas si son crisis, las de aquí son otras cosas que no voy a decir por no crear polémicas inútiles, pero lo que sí les diría a los madridistas es que pensaran por un momento cómo reaccionarían si les vinieran contando cada día cosas de un familiar, no se las creerían a pies juntillas y al final siempre tendrían confianza en esa persona y la ayudarían a salir del mal trago por el que pasa y no la empujarían para que siguiera cayendo más abajo. Estas «crisis» que llaman las arreglamos con la ayuda de todos en un periquete.
En ese momento se acerca un niño que lleva un rato dando vueltas en las cercanías tratando de armarse de valor para pedir un autógrafo. Antes de que el niño diga ni pío, Miguel le coge por el brazo y le interroga, «A ver macho, ¿cómo te llamas?» «Richardo, Chendo», contesta el niño. «Hombre, te apellidas Chendo, como yo.» «¡No!, responde el niño, me apellido Gutiérrez.» «Bueno, no importa, yo tampoco me apellido Chendo», y firma «con afecto...» El niño se encaminó hacia su casa, a punto de ser llamado a filas y no es que Miguel se haya enrollado más de la cuenta... Luego, otros autógrafos a una señora, a un señor, a una niña, a un niño, etc.
- ¿Miguel, lo de Chendo de dónde viene? (Está muy liado firmando autógrafos, pero me concede un momento.)
- De Totana, a mi madre la llaman Chenda y yo, el hijo de la Chenda, soy Chendo. (Y se
encoge de hombros, lo cual me hace sentir algo ridículo por 110 saberlo.)
- ¿Hasta cuándo tienes contrato?
- Hasta el 95, pero eso no es problema, yo me retiro aquí, seguro, yo soy muy madridista, convencido. Es más, esta es mi casa, no hay nada más, (La entrevista corre peligro, pues Chendo ha entablado conversación con un anciano y su nieto y ya sólo me contesta con monosílabos y se empeña en meterme a mí en su charla, a la que se van uniendo todos los que por allí se acercan, incluso creo que tiene un par de subcharlas dentro del mismo grupo).
- ¿Chendo, qué haces en tu tiempo libre?
- ¿Qué? (me responde, está en plena charla, yo le repito la pregunta). Voy al cine, oigo música, pero sobre todo estoy con rni familia.
- La última pregunta, Miguel, lo de la rodillera, ¿es por algo en particular o es una lesión?
- ¿El qué? (me contesta; la rodillera, digo yo; tarda en contestar y al final me mira y dice, ¿qué rodillera?)
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