Entrevista Roberto Carlos - Revista Oficial del Real Madrid (2001)
Nació en Brasil pero presume de ser un "hijo adoptivo" del Real Madrid. Roberto Carlos habla claro. Asegura que llegar al Bernabéu le ha proporcionado "cinco años de felicidad" constante. No tiene dudas y afirma que éste es "el año de la Liga". Declaraciones sinceras, de un hombre que empezó a jugar al fútbol descalzo, en la calle: "Nunca me imaginé que llegaría tan alto".
- El Real Madrid fue elegido el mejor club del siglo XX. Este año ha empezado un nuevo milenio ¿Qué vibraciones tienes?
- Me gusta cómo ha empezado el siglo XXI. El único problema que hemos tenido ha sido la eliminación de la Copa del Rey. Estoy metiendo goles, el equipo está demostrando un nivel altísimo de juego, la gente está contenta... Estoy feliz.
- En la calle se dice que el equipo ha crecido, que ahora sabe sufrir cuando los partidos se ponen cuesta arriba ¿Compartes esa opinión?
- Este año somos un conjunto más sólido. La temporada pasada conquistamos la Copa de Europa, pero nos faltó consistencia y regularidad en la Liga. Ahora las cosas han cambiado. Hemos aprendido a ser regulares en las dos competiciones. Somos un equipo maduro. Me explico: jugar partidos tan complicados ante el Manchester, el Bayern, el Barcelona... te dan experiencia, te hacen crecer.
- Después de todo lo que llevas vivido en el club, hay algo que te provoque desvelos. Algo que te haga decir: no podemos fallar en esto para no desilusionar al madridismo.
- No. Todos somos conscientes de que jugar en el Real Madrid implica una responsabilidad grandísima. Pero es así. Hemos aprendido a vivir con ello y, sinceramente, ahora todo está tranquilo. Uno no puede vivir con el miedo a fallar y en el vestuario ese sentimiento no existe. Este año, por ejemplo, tenemos más alegrías que tristezas. Personalmente, lo pasé mal la semana que nos eliminó el Toledo de la Copa del Rey.
- ¿Qué sientes cuando escuchas que los jugadores del Real Madrid, como en Turquía, se relajan en los partidos o que ganan cuando quieren?
- Me parece una falta de respeto. La afición escucha y hace mucho caso a la Prensa y esos comentarios ponen en duda nuestro trabajo. No digo que siempre se nos tenga que decir que somos los mejores, pero se escriben y se dicen muchas cosas, ya que siempre hay que vender noticias de un gran club como es el Real Madrid. Acepto las críticas de todo el mundo, pero el problema, por ejemplo, es cuando éstas llegan de ex jugadores. Algunos de esos comentarios sí molestan al vestuario, porque ellos han pasado por donde estamos nosotros ahora y parece que han olvidado que en un partido de fútbol influyen muchos factores que no siempre se pueden controlar. Cuando saltamos al terreno de juego lo damos todo. Que nadie lo dude.
-¿Si tuvieras que elegir entre la Liga o la Copa de Europa, qué título te gustaría llevar a las vitrinas del Bemabéu?
-Los dos. Pero si me obligan a elegir, digo que esta temporada queremos la Liga. Ya sabemos lo difícil que es jugar y ganar la Copa de Europa, así como lo divertido que es conquistarla, pues en los últimos años nos hemos traído dos para casa, pero a mí me parece que la ansiedad que había por conquistar la Séptima se ha trasladado ahora hacía el campeonato español.
- ¿Tiene el vestuario asignaturas pendientes?
- Ni mucho menos. Somos un equipo vencedor. Hemos conseguido jugar bien y hemos logrado que el público vuelva al Bemabéu, que se ilusione... La comunión que existe con el público es una de las claves del éxito de esta temporada. No nos falta nada.
- ¿Hay algo en esta Liga que te haya sorprendido, para bien o para mal?
- La irregularidad del Valencia es lo que más me ha llamado la atención. Estaba convencido de que iba a estar mejor clasificado, pues es un equipo que ha ido a más en los últimos años. ¿El Barcelona? A los azulgrana les pasa como a nosotros. Somos dos equipos que cuando jugamos mal se nos nota demasiado. Es algo lógico, dada la entidad de los clubes.
- ¿La figura de Vicente del Bosque qué representa para el vestuario?
- Todo. Es el entrenador que ha sido capaz de poner al equipo en el lugar que debe estar. Es un hombre que conoce la estructura del club por todos los años que lleva trabajando en la casa y eso facilita mucho su tarea. Nunca quiere ser el protagonista, aunque por su forma de ser y de trabajar sea un vencedor nato.
- ¿Su renovación y la de sus ayudantes ha sido como tirar un dardo y hacer diana?
- Ha sido un pleno. El vestuario esta contentísimo con él. Renovar siempre es importante, porque da tranquilidad a la plantilla y confianza al míster, que, con la ayuda de Grande, Miñano y Amieiro, está haciendo un trabajo fenomenal.
- Susto fue el que dio Roberto Carlos cuando dijiste que al finalizar tu contrato te irías a Brasil.
- Llega un momento en que uno piensa en la familia. Cuando termine mi contrato tendré 32 años y no sé lo que va a pasar...
- ¿No te gustaría formar parte del organigrama del club como es el caso de Di Stéfano. Valdano. Butragueño...?
- El problema es que soy extranjero y eso dificulta que yo pueda echar raíces aquí: nunca estaría junto a mi familia en Brasil. La afición del Real Madrid se merece lo mejor y he logrado que confíe en mí. Me cuido para tener pilas, para poder ofrecerles siempre lo máximo dentro del campo. El día que no pueda cumplir con este cometido me iré. Yo soy una persona que vive intensamente el momento. Quiero terminar mi carrera aquí, pero tengo una familia y debo pensar en mis hijos.
- ¿Aceptarías una oferta de otro equipo español?
- No lo sé. No puedo contestar, porque no me planteo mi marcha del Real Madrid. Yo quiero salir de este club por la puerta grande.
- ¿Cuántas veces han llamado a tu puerta proponiéndole hacer las maletas para jugar en otro sitio?
- Muchísimas. Me han llamado de España, Inglaterra, Italia... Pero el madridismo sabe que yo tengo una palabra dada al club y voy a cumplirla.
- ¿Qué equipos son los que han intentado tenerte en su nómina?
- De Inglaterra, el Manchester United; de España, el Barcelona se ha ofrecido varias veces; de Brasil, el Palmeiras, mi antiguo club, y de Italia, el Inter. A este equipo le tengo mucho cariño. Mis primeros ocho meses allí fueron lindos: metía goles, la gente, cuando me iba a casa después de los partidos, me esperaba en la carretera con camisetas con mi nombre. Allí dejé una imagen muy buena, aunque el entrenador me hizo pasar dos meses malos, pues se empeñó en hacerme jugar en el centro del campo. Por suerte, fiché por el Real Madrid y en este equipo llevo cinco años de felicidad constante. La gente me respeta, se divierte con mi juego, mi familia está adaptada a este país... Lo tengo todo.
- Una felicidad que no has tenido en tu país en los últimos años ¿No es así?
- En Brasil tuve problemas con la Prensa y no precisamente por mi forma de jugar al fútbol. El malentendido estuvo motivado por mi forma de ser o de vestir, que hizo que la gente pensara que era rico y que no necesitaba jugar con la camiseta de mi país. La selección es muy importante en mi vida, pero no es lo máximo en este momento. Representar a tu país es algo lindo, pero yo no acepto que me pongan como ejemplo de mala persona, porque no lo soy.
- ¿Sientes que eres un símbolo para el madridismo?
- La gente del Bernabéu no me ve sólo como un profesional del fútbol, sino también como un ser humano. Tengo un trabajo maravilloso, pero también tengo sentimientos y corazón. Los aficionados saben lo que soy. Sólo me siento un símbolo de garra, de determinación, de deseos de vencer dentro de un partido, pero fuera del terreno de juego soy muy normal. El público de Madrid lo sabe y eso me hace muy feliz.
- ¿Cuando empezaste a jugar al fútbol te imaginaste que ibas a llegar tan lejos?
- Sólo soñaba con ser futbolista, con entrar en un campo como Wembley, el Bernabéu... con ser conocido mundialmente, pero por la cabeza no se me pasaba llegar dónde estoy.
- ¿Por qué futbolista y no electricista, médico ?
- Brasil es la explicación. Es el país de la samba y del fútbol. El primer regalo de mi padre fue un balón. Se puede decir que la pelota fue como mi chupete. Es jugar descalzo en la calle y todas esas historias... Cuando termine mi carrera me pararé a pensar y diré: Dios Santo, mira dónde he llegado después de sufrir mucho. No hay que mirar atrás, pero cuando uno se hace mayor y miras a tu pasado los recuerdos te hacen valorar mucho más lo que tienes.
- ¿Cómo te gustaría ser recordado por el madridismo cuando dejes el fútbol?
- Como un tío normal. Quiero que la gente tenga la sensación de que siempre que salte a un terreno de juego lo di todo, como profesional y como hombre. Jugar en el Real Madrid te da la posibilidad de ser respetado en todo el mundo.
- ¿Tener en los despachos del club a Valdano o Butragueño, que han sido monaguillos antes que frailes, favorece al jugador?
- Nos sentimos más seguros, porque sabemos que detrás de nosotros hay personas que te dan la tranquilidad necesaria para que tú te olvides de los problemas y te puedas centrar en el trabajo. Me gusta lo que está haciendo Florentino Pérez, porque intenta fortalecer la historia de la entidad. Quiere respetar y que le respeten, pero creo que se ha perdido un poco la rivalidad con el Barcelona. Antes de un derby hay que tener cada día una historia, unas declaraciones... No digo que haya que odiar, pero antes de un Madrid-Barça o un Madrid-Atlético no se puede tener tanto respeto al rival, hay que tener un mayor pique deportivo. Esa motivación es la que nos ha faltado este año cuando hemos jugado contra el Barcelona. Este club siempre será muy grande, pero los azulgrana deben sentir, la víspera de jugar en el Bernabéu, la presión que nosotros sufrimos en el Camp Nou.
Mendoza y Floro le descartaron por ser bajito
Roberto Carlos mide 1,68 metros de altura y en el baúl de sus recuerdos tiene dos anécdotas relacionadas con su estatura. La primera la vivió cuando defendía los colores del Uniao Sao Joao, su primer club. Un entrenador le dijo que no llegaría a nada en el fútbol, porque era muy bajito. "Se llamaba Rubinho. Recuerdo que me decía que era muy pequeño para jugar al fútbol, pero yo no le hice caso y aquí estoy". Años después escuchó palabras similares del tristemente fallecido Ramón Mendoza. "Cuando él era presidente del Real Madrid tuve una oferta del club en 1992. El entrenador era Benito Floro y Mendoza dijo entonces que el equipo no necesitaba un jugador de mi estatura", revela el brasileño, quien explica: "No pasa nada. Son pequeños detalles que no significan nada después de ver lo que he conseguido. He llegado dónde quería, al Real Madrid, el club más grande del mundo. Ojo. Mendoza luchó por hacer más importante a la entidad y si entonces no me trajo, fue porque él y el técnico no lo creyeron oportuno. Pelé es bajito. Maradona también. Platini no es tan alto... Y Dios nunca mira la altura de las personas, mira a su corazón".
Ahora sueña con que el día de mañana alguno de sus hijos siga sus pasos en este deporte. "Espero que mi hijo Roberto o mi hija Roberta. que adora el fútbol, sean futbolistas. Hay un problema (risas): son diestros. Yo estaré encantado de ayudarles, si ellos me dicen que quieren practicar mi profesión".
Empezó a jugar de extremo izquierdo
No por sorprendente es mentira. Roberto Carlos, con 14 años, intentaba ser la pesadilla de las defensas rivales. Era el extremo izquierdo del equipo de su ciudad natal y compartía once inicial con su padre. Ya desde pequeño, el madridista le pegaba muy fuerte a la pelota y esa facultad le permitía jugar partidos con gente de mayor edad que él. Ocupaba la demarcación de extremo izquierdo y asegura que gracias a su velocidad sorteaba a los defensas rivales. Por aquel entonces trataba de emular a Eder, el 11 de la selección brasileña en el Mundial de España 82, que, casualmente, también sobresalía por su potencia en el disparo. El destino le hizo retrasar su posición hasta la defensa: un buen día el lateral izquierdo del equipo se lesionó y el entrenador le preguntó si quería jugar en esa demarcación. No lo dudó, aceptó y el resto ya lo sabe todo el mundo.
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